Colores apagados, paredes cerradas
todo lo que me rodea es tóxico.
El encierro es un estado transitorio
pero el tiempo es sólo una ilusión.
No hay ojos que miren hacia afuera
No hay ojos que miren desde afuera
No hay sonidos que reclamen libertad
Sólo hay manos que aparecen
de la nada, a intentar ayudar.
Voces, escucho voces a mi alrededor
pero los sujetos no abren la boca,
es un pensamiento, un grito unánime
gritando, exigiendo que nos liberen.
Somos jóvenes sometidos a ésto
es duro, no estamos acostumbrados
a gritos generalizados de quienes
se aprovechan de nuestra inocencia,
los que creen que no vamos a pensar.
Pensemos, hablemos, expresémonos
todo, todo valdrá la pena.
Cuando el ocaso se acerque,
el caballero de armadura sonora nos liberará.
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