lunes, 21 de julio de 2008

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Esperaré la caída de las nubes blancas, tan sólo para volver a encerrarme en mí misma.

Miro, miro, y busco, y no encuentro. Pero algún día lo haré. Dejaré de equivocarme.
Y ya no todo me da igual, ya comprendí que tengo la fuerza de girar 180º, ya sea yo o sea lo demás.
Basta de tonterías. Basta de recaídas sin sentido. Basta, este es el fin. Desde aquí empiezo de nuevo. Desde aquí olvidaré que fui una niña caprichosa con ansias de cambiar al mundo, pero sin hacer nada al respecto. Desde aquí comienza.

Y no son los mismos ojos castaños los que miran al horizonte lleno de rascacielos, y el Río de la Plata haciaa donde los barcos se dirigen y se pierden, cayendo en el fin del mundo. El cambio simbólico, el cambio de pensamiento, el cambio de actitud; todos concretados. Y pondré el acento donde debo, y gritaré a los oídos, y correré hacia mi norte. Ya todo se ha vuelto un juego de rol, el cual estoy dispuesta a jugar si corro con desventaja.

Vamos a bailar. La música me alegra esta noche.

lunes, 14 de julio de 2008

Sistemático

Me despierto. Miro, sí, el mismo cuarto. Papel tapiz cielo, nubes, con aves. La misma madre que me despierta con un mate. Rico mate, sí, pero siempre es igual. El mismo departamento en el mismo barrio de mierda. Oh sí, ¿y quién se percata de eso? Nadie, porque a nadie le molesta, porque es todo tan sistemático.
Voy, busco la misma guía para leer las mismas cosas. ¿Y quién puede culparme? Tengo que estudiar, de nuevo. Los mismos platos, los mismos vasos, las mismas paredes, la misma computadora. La misma puerta, el mismo pasillo, el mismo ascensor. La misma puerta de calle. Camino, por las mismas calles. Doblando por Cevallos y caminando hasta Belgrano, donde doblo a la izquierda, pasando el mismo quiosco de diarios, verde, por supuesto, con ese viejo que jamás me cambió $2 cuando necesitaba monedas, para llegar a la misma parada donde me tomo el 103 o el 2, los mismos colectivos. Y estoy tan cerca, ¿por qué no camino? No, no hay motivación. Belgrano no es un buen lugar para caminar. Las cuadras te destruyen el alma. Es todo tan sistemático.
Y me bajo en la misma parada, donde está el mismo café. Y ya saben como sigue. El mismo colegio, las mismas caras. Bla bla bla. Tan aburrido, tan sistemático. Y yo con mi muerte emocional. "Sí, está todo bien", diré a quien me pregunte porque se percató de mi estado. ¿A quién realmente le va a importar? Ni siquiera me importa a mí. Es todo tan sistemático.
17:15, el mismo timbre que me dice "Hora de ir a casa, honey". Tengo sólo un motivo para quedarme, y sería suficiente si no fuera porque los libros queman en mi mochila, exigiéndome que los lea, gritándome "You have forgotten us!", porque no hablan en castellano, no, sólo me hablan en inglés, una vez más. Y estoy entre la duda. ¿Rutina I o Rutina II? ¿Casa o un rato más? Es todo tan sistemático.
Elijo la rutina I. ¿Colectivo o subte? Supongamos que subte, porque voy acompañada. Una, dos cuadras derecho. Una, una y media en diagonal. Uno, dos, tres... perdí la cuenta de los escalones. Uno, por favor. Tutún tutún, tutún tutún. "Nos vemos mañana", como siempre. Escalera mecánica. Y están las mismas carpas del mismo gobierno K y del mismo campo. Y está la del MAS, la que menos (o más) llama la atención, la que me agrada que esté. Todo en la misma plaza Congreso. Y camino, derecho por Entre Ríos. Y los mismos negocios que ayer, ¿y quién podría cambiarlos? Hasta Chile, donde doblo y sigo hasta llegar a mi casa. Seguro algún cumplido al estilo de "Mameeeeeetaaaaaaah, ¿te acompañooooooooooooooo?", típico de esta barrio. Bla bla bla. Por lo menos caminar un poco me hace reconsiderar las cosas. Pero es todo tan sistemático.
Elijo la rutina II. Quién sabe con quien me quedaré. Quizá eso cambie un poco las cosas. Galletitas o comida. Charla, charla, charla. Palabra uno, palabra dos, palabra tres, palabra veinte. Cualquiera tema, ¿qué más da? Si es todo lo mismo, pero vamos a ponerle un poco de ganas.Y me quedo, y nos quedamos. 18:40, el momento en que la gente del siguiente turno al mío tiene su receso, de tan sólo 10 minutos. Caras, caras y caras. Algunas me da gusto verlas, otras me son indiferentes. Serán 10 minutos, pero mi humor seguramente cambie. Es parte de la rutina, son parte de la rutina, pero no ven que es como si no lo fueran, como si fueran ese cambio que tanto espero, ese cambio que revolucione mi cabeza. Qué bueno. 18:50. Adiós. "Nos vemos mañana", ¿no suena conocido? Y para no tener que seguir con la rutina dos, tomo el colectivo. Bla bla bla. Llego a mi casa por las mismas calles por las que me fui. Es todo tan sistemático.
Y es lo sistemático lo que mi cabeza ya no soporta. Giro de xº, que me traiga algo nuevo pero no malo, ¿dónde estás? La motivación se ha ido, ¿y qué debo hacer? Es la rutina, es lo estático de mi forma de vivir lo que deprime mi ser. Y los padres no ayudan, sólo lanzan sus críticas, de nuevo, como siempre lo hacen. Que qué mal esto, que dejá lo otro, que esto me molesta, que cuándo vas a ordenar tu cuarto, que que dejes la computadora. Y mi cabeza explotó. Porque es todo tan sistemático.
Cuando todos hayan dormido, me encerraré en el baño y cortaré mechón por mechón las cosas que me molestan. Cortaré mechón por mechón, intentando emparejar, los odios que tanto he guardado. Mechones antiguamente rubios, mechones antiguamente violetas, mechones de color natural. Chic, chic, suena la tijera. Y será un cambio. Lo que comience una serie de cambios. O no. Pero, ¿qué más da? Es todo tan sistemático.

Noche de sábado. Don Bosco. Segundo piso

Ya sin comprensión de la realidad, balanceándonos sobre nuestros pies, uno sobre el otro, me dedicaré a observar la pantalla de la notebook. Espero comprender lo que una milésima de persona me mostrará. Pero lo olvido. Lo olvidamos. ¿Y ahora qué pasará?
Mirá, es un tacho. Vas a tirar la basura que quedó sobre la mesa (baja), en la que está la notebook que al tocar un botón captará nuestra atención. Papeles, una tapita, cosas, y una botella de Tai de lima limón. Nuestra basura nos muestra lo que somos, o no. Yo no soy un papel, ni vos una tapita de Tai, ni la misma botella de una Tai. Apoyas el tacho al lado de la mesa, donde se junta toda la basura. Lo apoyas sobre las zapatillas. ¿Notaste lo mismo que yo? La zapatilla es el pueblo que con sus manos sostiene el tacho, para que no se caiga, en caso de que tu mano no sea tan fuerte. Oh sí, ellos lo sostienen. ¿Que de qué hablo? ¡Es sencillo! Todo material está formado de moléculas, como la zapatilla. Cada molécula representa a una persona, como vos, como yo, que sostiene el tacho, ayudándose de todo el pueblo restante. Oh sí, ahora entiendes. Pero olvidémoslo, sentémonos en la cama y dejemos nuestra mente dentro de la notebook.
¿Acaso quieres jugar? Me da risa que pierdas el equilibrio aún estando sentado. Si te caes para atrás, serás una tortuga. No podrás levantarte y moverás tus brazos y piernas hasta que alguien te dé vuelta. ¡Y no me empujes! Oh, ahora la tortuga soy yo. Colgué. Quedé como una tortuga.
Ya basta, esto ha ido demasiado lejos. La pantalla, sí, observemos la pantalla. ¡Son flores! Pero... espera. ¡Ahora son órganos sexuales! Es la lucha, la lucha de la segunda guerra mundial, o no, la lucha post-guerra. Este es el capitalismo, y este el comunismo. ¡Y ahora son monstruos! ¡Se atacan! ¡Mirá como se atacan! Cada vez me convenzo más que es la representación de la lucha de las dos ideologías. Y ya me perdí. Dejé de mirar la pantalla. Tan sólo recuerdo un pájaro negro, comiéndose a otro. Y calles. Y una ciudad. Y un muro, sí, un muro, en la pantalla de la notebook.

lunes, 7 de julio de 2008

Hoy tengo ganas

Hoy tengo ganas...
... de pararme de la silla, estirar mis brazos y moverlos cual gelatina Royal sabor cereza.
... de dar vueltas, muchas vueltas, cual calesita con caballos del Parque Centenario.
... de gritar a los cuatro vientos, cual loca enamorada que le dice al mundo cuánto ama.
... de sumergirme en una laguna, cual árabe que encuentra un oasis luego de andar mucho tiempo por el desierto.
... de bailar el meneaito, cual adolescente en medio de una bailanta a las 2 de la mañana.
... de correr desnuda por la playa, cual perro sin miedo a que lo atrapen y lo castiguen.
... de comer un sánguche de milanesa, cual obrero que tras horas de trabajo, recibe su recompensa del mediodía.

Hoy tengo ganas...
... de vivir.

domingo, 6 de julio de 2008

Abuelito, abuelito.

Niña pequeña, ahora eres una mujer.
Tu mente está invadida de recuerdos, y tu ser entristece. Tan poco lo tuviste, sí. Tan poco compartiste con él, sí. ¿Recuerdas cuando eras tan sólo una niña regordeta con carita redonda llena de pecas? Por supuesto que lo recuerdas.
Cada tanto lo visitabas, a él y a ella. Ella, siempre en casa, te recibía con la más cálida dulzura, y tú le gritabas "¡Hola abuela!" con la calidez de una niña de tan sólo pocos años de vida -lo que en realidad eras-, te trataba como su tesoro más preciado, te hacía pasar momentos hermosos. Compartían bizcochitos y leches chocolatadas. Y luego llegaba él, asomándose a la puerta, con ese bigote y su cabellera blanca, blanca como tu mente aquel entonces. Y corrías a su encuentro, y lo abrazabas. "¡Abuelo! ¡Abuelo!" gritabas, y lo abrazabas. Y él a tí. Luego de un duro día de trabajo, encontrarte en casa era para él una alegría. Te esbozaba una sonrisa sincera. Tenía tanto cariño en su corazón para tí. Disfrutaba tanto tus sonrisas alegres y tus corridas por toda la casa, y cuando iban a la plaza, le gustaba verte correteando como un cachorro de tigre por todo aquel espacio verde, en el que sentías tu libertad al máximo. No era de hablar mucho, pero ¡vaya que adoraban estar juntos!. Ramón, sí, Ramón, tus abrazos y tus ojos recelosos siempre quedarán en la mente de esa niña ahora mujer.
Tan rápido, no te diste cuenta. Mamá entró llorando a casa y se escabulló en los brazos de papá, a quien le comunicaba la triste noticia. "A papá lo encontraron tendido en el suelo del trabajo", le decía. Y tú, eras tan sólo una niña, no tenías más de 5 años. Tan claro recuerdas ese momento en tu mente. Mamá intentando explicarte que Ramón ya no estaba. Lo entendías, pero te lo explicaron de una manera tan infantil, que tu reacción fue sólo la de "¡Qué bien! El abuelo va a ser feliz". Y hoy, casi 10 años después, caes en la cuenta de cuánta falta te hace. Desearías poder verlo tan sólo una vez más, abrazarlo, y decirle "Te extrañé tanto, Ramoncito". Tan sólo ver una foto suya te hace pensar en que creciste sin él, en que amarías encontrártelo un día en la calle. Deseas con toda tu alma escuchar su voz una sola vez, quizá así puedas recordarla, se ha borrado de tu mente.
Mujer, seca tus ojos. Te observa, te cuida, y aún te sigue amando.

Escape.

Toda una vida esperando ese amanecer
¿por qué ahora quieres correr?
Una tarde completa esperando que entiendas
¿y ahora sólo escaparás?

Te ha acariciado la belleza y tu suerte
una utopía sin fin viste entre tus brazos.
Has esperado para esto mil ocasos.
No corras, deberías disfrutar.
Ya que mil noches debiste esperar
para obtener un simple objetivo.

Tiembla todo tu cuerpo armonioso,
miedo ¿a qué ha venido?
miedo, es rencoroso conmigo.
Pero permítete recompensarte.
Mil atardeceres, mil lunas,
¿cuánta fue la espera que soportaste?

Amor, no corras hacia la ciudad
te devorará toda su maldita y enfermiza calma.
¿escaparás y no podré tenerte?