miércoles, 14 de agosto de 2013

Lau

Hay días lindos y feos.
Hay días de sol, hay días nublados.
Hay gente que brilla en cada uno por separado,
pero ella no.
Ella hace brillar el mundo,
cuando este quiere brillar
y cuando su manto gris implacable se ciñe
sobre todo lo demás.
Con sus ojos claros, brillantes
como la piedra preciosa al sol que es.
Tiene unos ojos inquietantes e inquietos
que te abrazan en una ráfaga de color.
Pero sus abrazos reales te sostienn
cuando te estás por deshacer de dolor.
Toda ella te sostiene, toda ella te lleva a brillar.
Lo que te diga, jamás lo vas a poder olvidar
porque te bombean en los tímpanos sus palabras
como una pegadiza canción de jazz.

No habla, canta.
No grita, canta más fuerte.
No se ríe, armoniza.
No canta, emite su brillo de forma musical.

Tan hermosa que es imposible no amarla,
lleva el barrio en los labios, en la mente, en el alma.
Te canta canciones de cancha
y parece una burla
porque la dureza de la calle no ha podido con su dulzura,
la dulzura de su voz, de sus abrazos,
sus ojos, y de la música que se le escapa de las manos.