"Hice esta canción para acercarme a tí,
para que al escucharla comprendas,
que al pensarte siento en mí,
mucho amor y mucha pena. (...)
No tratés de resolverlo, no le busques solución.
Para juntar nuestras almas sé que no hay
nada mejor que el tiempo."
Miranda
para que al escucharla comprendas,
que al pensarte siento en mí,
mucho amor y mucha pena. (...)
No tratés de resolverlo, no le busques solución.
Para juntar nuestras almas sé que no hay
nada mejor que el tiempo."
Miranda
Cada diez pensamientos fugaces
que hago últimamente
en tres o más te encuentro, "mi amor".
Torturás mis noches de insomnio,
y a veces también mis días de lucidez.
que hago últimamente
en tres o más te encuentro, "mi amor".
Torturás mis noches de insomnio,
y a veces también mis días de lucidez.
¿Sabías porqué amo este frío que roza lo polar, que casi que nos obliga a quedarnos en un refugio cercano a una estufa, a salvo del viento y la lluvia helada? Porque así como se enfría el ambiente, el asfalto, el aire y las calles, también pareciera enfriarse la gente. Y con ella, toda la ciudad. Esta ciudad que nos ve día a día de un lado para otro, explotando las veredas y el pavimento, pareciera perder un poco el calor que luego volverá cuando comience a acercarse el retorno de las flores y todo lo poco de verde que queda en nuestra "hermosa" Buenos Aires. Tanto frío nos lleva a acercarnos un poco más a quién tenemos a nuestro lado mientras vamos viajando a las nueve en la mañana en un lunes en el 2 que va para Puerto Madero, lleno hasta rebalsar, como un vaso de agua dejado bajo la canilla abierta de la pileta de la cocina, de oficinistas que corren hacia su trabajo porque van tarde.
Como he dicho, la gente pareciera enfriarse cuando se encuentra por esta época. Y yo me encuentro entre esa gente.
Todo en mí se enfría hacia estos tiempos: Las orejas, los pies, las manos, los dedos, los ojos y, en especial, mi cabeza. Y así mi cabeza se vuelve una caja que pareciera enfriarse cada vez más por este frío que me vuela el pelo que, por suerte, aún no se me cae al sentir una brisa fuerte.
Así es como logro pensar.
¿Pensar qué?
Pensar esos pensamientos que quizá, antes no había querido ni arrimar.
Pensar esos pensamientos que ahora se enfrentan en mi cabeza, que se odian, que quieren prevalecer.
Todo en mí se enfría hacia estos tiempos: Las orejas, los pies, las manos, los dedos, los ojos y, en especial, mi cabeza. Y así mi cabeza se vuelve una caja que pareciera enfriarse cada vez más por este frío que me vuela el pelo que, por suerte, aún no se me cae al sentir una brisa fuerte.
Así es como logro pensar.
¿Pensar qué?
Pensar esos pensamientos que quizá, antes no había querido ni arrimar.
Pensar esos pensamientos que ahora se enfrentan en mi cabeza, que se odian, que quieren prevalecer.
¿Nunca sentiste que comenzaba a quemarte neurona por neurona cuando ibas caminando por una gran avenida, pensando en tus cosas, sufriendo lo que te encontrabas justamente adentro tuyo, pero al mismo tiempo la temperatura en la televisión marcaba un grado, con sensación térmica de ocho décimos, y el viento golpeaba tu cara como una cachetada, pero no lo sentías por ese ardor que solamente estaba en tu cabeza?
¿No? ¿Nunca?
Es una lástima que no puedas comprenderlo.
Es una lástima que todo sea tan frío.
Es una lástima que todo sea tan frío.
Y a cada paso que daba en esa avenida, más sentía quemarse el interior de mi cráneo, como las brasas que quedan al terminar un asado en la entrada de la primavera.
Solamente pensaba. Pensaba en todo lo que ha sucedido.
Solamente pensaba. Pensaba en todo lo que ha sucedido.
En vos. En mí.
Y sentía luchar emociones dentro de mi cabeza.
Golpeando por un lado.
Quemando por el otro.
Gritando, saltando, corriendo, escapando, buscando, hallando, callando, explotando, implotando,
escupiendo verdades sobre mis neuronas, las cuales en ningún momento han decidido obligarme a aceptarme lo que sea que esté sucediendo.
Y así es como quedo en la nada.
Y sentía luchar emociones dentro de mi cabeza.
Golpeando por un lado.
Quemando por el otro.
Gritando, saltando, corriendo, escapando, buscando, hallando, callando, explotando, implotando,
escupiendo verdades sobre mis neuronas, las cuales en ningún momento han decidido obligarme a aceptarme lo que sea que esté sucediendo.
Y así es como quedo en la nada.
Y sigo quedando en la nada, mientras el tiempo pasa y yo y mis neuronas no comprendemos.
Lo único que sé es que cada vez más mi interior cubre con tierra una parte de mi razón, de mi conciencia y de mis sentimientos,
que luchan por no quedar en el olvido.
que luchan por no quedar en el olvido.
¿Me explicarías porqué tienen que ser tan testarudos?
¿Por qué simplemente no pueden quedar en el fondo del cajón
o desaparecer
o ganar simplemente este pleito de una vez?
¿Por qué?
¿Por qué simplemente no pueden quedar en el fondo del cajón
o desaparecer
o ganar simplemente este pleito de una vez?
¿Por qué?
Uno más, uno menos que me mire, no va a matar a mi alma.
Y odio que haya un vestigio de ilusión, de esperanza en todo este problema.
Porque no hay nada peor que todo eso combinado con el tiempo, que como todo lo cura, también todo lo hace crecer, y también hace a las heridas crecer y crecer. Para luego curarlas, claro, y así poder dar una buena imagen, en vez de esa imagen destructiva que los simples mortales nos negamos a ver cada noche.
Y odio que haya un vestigio de ilusión, de esperanza en todo este problema.
Porque no hay nada peor que todo eso combinado con el tiempo, que como todo lo cura, también todo lo hace crecer, y también hace a las heridas crecer y crecer. Para luego curarlas, claro, y así poder dar una buena imagen, en vez de esa imagen destructiva que los simples mortales nos negamos a ver cada noche.
Pero al fin y al cabo en algún momento terminará. Y todo siempre termina bien, a corto o largo plazo.
Así es como sobrevivo cada día todas las pesadillas que por lapsos me suponen vivir en este mundo el día a día.
Por suerte, mis problemas no son tan graves como parecen. Todos tienen solución, y ninguno es lo suficientemente fuerte como para lograr que tenga ganas de acabar con mi vida. Primero, recurriría a un psiquiatra, intentando saltearme el paso del psicólogo. Esos no sirven.
Mmh...
Al fin y al cabo, no es tan malo esto del tiempo.
Así es como sobrevivo cada día todas las pesadillas que por lapsos me suponen vivir en este mundo el día a día.
Por suerte, mis problemas no son tan graves como parecen. Todos tienen solución, y ninguno es lo suficientemente fuerte como para lograr que tenga ganas de acabar con mi vida. Primero, recurriría a un psiquiatra, intentando saltearme el paso del psicólogo. Esos no sirven.
Mmh...
Al fin y al cabo, no es tan malo esto del tiempo.