martes, 30 de octubre de 2012

-tan viejo-


Marca un número telefónico. Uno, cinco, cinco... Lo sabe de memoria
son casi las 6 de la mañana pero, con sus esperanzas en la mano, piensa solamente en apretar un número, ponerse el teléfono al oído y oír su voz.
.....
el gato la mira y le maúlla, haciéndola pegar un salto en su asiento. Vacila.
No lo hace, le falta coraje.
Es muy tarde.
A la cama se va, enfadada consigo misma.

Y otro día etílico no le tiembla el pulso
llama, le pide verse.
A ella se le traba la lengua... pero él está igual. Lo niegan, ¡pero cómo no se iban a negar!
Y se ven y lloran y se ríen y se disfrutan y se odian como siempre fue.
Después de unos días, se olvidaron de que existieron.
Se recuerdan, se encuentran.
Se vuelven a olvidar.
Pero el olvido siempre es unidireccional, siempre sale de uno. Nunca hay dos. Nunca son los dos.
No se pueden querer, pero no se pueden odiar.
No se soportan pero aún así no pueden no unirse.
(Si te llama, vas. Si lo llamás, va.)

Y si se volvieran a conocer, seguro se caerían mal.
No puedo sino verte como querés
porque más no puedo

(Ojos de miedo;
pelo de fuego;
piel de rosa;
manos de hielo)


No puedo sino ver eso
pues más no me dejás. 

Caen las lluvias de primavera
para quemar las promesas incumplidas;
para quemar corazas falsamente construídas;
para quemar las vías con paradas distinguidas;
para reconstruir una vida de sequías.

Dejate entonces caer
y recorrer
Dejame querer usarte
para, al final, no tirarte.
Dejame soñar los finales,
arruinarte las películas, 
como si nuestras vidas fueran tales.

Pero la película que más voy a ver
va a ser esa en la que estás cantando una y otra vez.

lunes, 15 de octubre de 2012

Detrás del hombre burgués siempre hay una gran mujer, detrás del revolucionario no hay nadie, pues su compañera camina a su lado, nunca detrás.

Y al lado de ellos, dos compañeras. Del otro lado, dos compañeros.
Todos caminando a la par, solo detrás, a lo sumo, de una bandera, todos juntos.

viernes, 5 de octubre de 2012


A mis compañeras y compañeros


Historia
Ese arte de estudiar lo que pasó y sus razones y sus consecuencias
y quiénes fueron los que estuvieron;
pero hay algo más.
No hay que olvidarnos de quienes estaban y no los vimos
porque eran cabezas sin rostro
sin ojos ni boca ni nombre ni identidad,
muchas veces más literal que poéticamente.
A algunos se la quitaron, otros decidieron quitársela
(porque no les quedaba otra salida),
otros fueron mártires con nombre y apellido
y otros fueron los anónimos, el número en el lugar.
Todos ellos, Historia.
Muchas veces no la oficial, muchas veces la historia de una masa en la calle.
Muchas otras tampoco masas, simplemente víctimas de las consecuencias.
Muchas otras son los casos repetidos, pero que se siguen sumando.

Y nosotros, y muchos de ellos, acá estamos, siendo La Historia.
Nuestro objetivo no es una foto en un libro que lean mis tátara-nietos cuando estudien en el secundario,
nuestro objetivo es algo más.
Nuestro objetivo es acabar con todo.
Nuestro objetivo es volver a comenzar.
Tomarlo todo y transformarlo,
para luego incendiarlo
y destruírlo y enterrarlo para siempre.
Y sobre la ceniza de tu vieja sociedad no va a haber nada más que nuestros pies.
Toda tu estrategia se va a acabar
cuando todos nosotros salgamos, todos,
con nuestros mártires al lado, o encima en nuestras remeras,
o sus nombres y fotos en las pancartas y banderas
y que en los cantos los traigamos a la vida
porque gracias a ellos, somos más,
y porque siempre estamos, y siempre vamos a estar.

Y nosotros vamos a hacer la Historia, como la hicieron tantos otros,
pero no la de los libros y los manuales.
La Historia que nosotros escribimos es la de la calle,
la del cemento ardiente y las banderas rojas,
la de la lluvia y los redoblantes,
la de la marcha, la huelga y la rebelión.
Con los pies vamos marchando y con los puños vamos golpeando.

Vamos a escribir la historia con las manos y los pies,
y con los fusiles que derramen la sangre del Señor Burgués.