miércoles, 30 de abril de 2008

Hipnosis.

Imágenes. Imágenes en mi mente
cuadradas, redondas,
rojas, amarillas,
de todos colores,
en mi cama, en mi cuarto,
en la calle, en el balcón.

Ojos verdes, ¿o castaños?
me miran, y un sonido acompaña,
una voz al estilo de sinfonía
dice cosas que no entiendo.
Hipnosis en esos ojos,
brillo en esos ojos,
caras en esos ojos,
todo se desvanece ante ellos,
todo se desvanece por ellos,
todo se desvanece en ellos,
todo se reduce a ellos,
¿o a su dueño?
A sus palabras, a sus manos,
a sus cabellos enmarañados,
al fuego, al pasto, a las tardes,
a grises, a azules, a verdes,
a una figura
que hipnotiza una mente.

martes, 15 de abril de 2008

Ella. Imagen.

La ha alegrado. La ha hecho feliz. Y ella, ella sabe. Ella no puede dejar de pensar en él... y sonreir, porque él causa ese efecto en ella. Todo ha pasado ya. Ha tenido un hermoso día. Él ha aparecido un buen rato por su vida. Y finalmente ella decide amigarse con el sueño, ese que muchas veces él le ha quitado, dando vueltas en su mente, caminando, corriendo, en imágenes, en recuerdos. Se recuesta. Apoya su cabeza sobre la almohada, cierra los ojos y se dispone a dormir. Y es en ese momento en que se da cuenta. Su mente empieza a divagar. Algo ha sentido. Sí, sus sentidos están alerta. Hay un aroma, un aroma familiar. Piensa, reflexiona intentando saber a qué le hace acordar. Se ha dado cuenta, sí, a él. Es el olor de su piel, tan suave, tan dulce. Ha quedado entre sus sábanas. Y eso la lleva tiempo atrás, no mucho, solamente unas horas, y la hace recordar cuándo fue que sucedió, cuándo entre aquellos pliegues quedó esa sombra. Y se relaja, se deja llevar a través de las imágenes que su mente le trae, tan nítidas, tan reales, como si volviera a vivirlas. Su boca esboza una sonrisa, una sonrisa tranquila. Sus ojos siguen cerrados, no quiere salir de esa realidad en la que está sumergida ahora. Y por fin lo logra, por fin ha quedado dormida, entre aquel olor de él, inmersa en una realidad pasada que espera volver a vivir. Así se queda.

sábado, 12 de abril de 2008

Ella. Él. Ellos

Ella sólo quiere cuidarlo. Lo quiere, no puede verlo sufrir. Pero él sufre, y ella se siente impotente al no poder hacer mucho, solamente cumplir con su papel de amiga de él que le queda. Ella a la vez sufre, porque él es de lo más importante para ella, y le duele verlo así. Quiere abrazarlo, estrecharlo entre sus brazos, que él es acurruque cerca de ella, en ella, y no soltarlo, y que ya nada pueda lastimarlo. Él quiere abrazarla, y protegerla, que nada malo le pase. Ella quiere llevarlo lejos, lejos de toda la situación que él (y por consiguiente, ambos) debe afrontar, y que tanto mal le hace, llevarlo lejos y que sólo estén ellos, ella y él, nadie más, ella y él juntos, ella y él solos, ella y él teniéndose sólo el uno al otro, en un lugar completamente vacío, sólo para ellos. Ella le dice que debe dormir, debe escapar por unas horas, y él le dice que ojalá escapara con ella. Ella ya no aguanta, quiere que llegue la hora del encuentro, quiere verlo y abrazarlo, como si no fuera a dejarlo nunca más, porque es demasiado importante para ella, porque ella y nadie más sabe lo que siente cuando sus manos están juntas, cuando ve la mirada de él clavada en sus ojos, o simplemente cuando lo ve. Él: "quiero abrazarte, besarte, y dormir abrazado a vos". Ella: "quiero sacarte de todo ésto, y así verte feliz".

Ella. Verdad.

Mírala. Emocionada, sonriente, alegre. Así es ella en realidad. Ahora puedes conocerla mejor, ahora puedes verla como es realmente, ¿puedes? Solamente abre tus ojos, acércate a ella y mírala bailar. Ella baila, sin mucha técnica, sin mucha habilidad, pero baila, baila dejándose llevar, como su cuerpo manda, dando vueltas, dejando que su pelo se mueva, expresándose sin darse cuenta, porque así es ella. Mira sus manos cómo se mueven al hablar. Mira su boca, su sonrisa, tal vez no perfecta, pero la muestra tan poco seguido, que ya resulta casi rara, pero rara de una manera exótica y atrayente, ¿o así es ella? Mira sus mejillas, mira su color, mira cómo se sonroja cuando la miras, cuando estás cerca de ella. Mira sus ojos, ve cuán expresivos son, ve como te hablan, como te trasmiten su estado de ánimo y todo lo que se le viene a la mente cuando te mira. Siempre que sus labios no hablen, mírala a los ojos, ellos te dirán lo que sucede. ¿Puedes verla ahora más claramente?

Ella. Y él.

Ella quisiera poder darle lo que él necesita, lo que quiere, lo que desea. Ella sufre, pero cree que no será en vano, todo terminará bien de alguna forma al final, siempre ha pasado así, aunque en el momento no haya parecido lo mejor. No cree que sea la ideal pero lo que sabe es que él ha dejado de estar en esa vitrina que impedía que ella se acercase del todo a él. Quizá... Pero no quiere hacerse ilusiones, las ilusiones son lo que la han lastimado tanto desde que recuerda tener sentimientos, y no quiere caer en ese juego de nuevo, para terminar con lágrimas en los ojos. Sabe que tiene dos opciones: comenzar a olvidar o esperar. Pero cree que hay una tercera: un rejunte de ambas. Sabe que no le será fácil sacarlo de su mente (en especial porque una gran parte de ella no quiere), pero tal vez intentarlo sea lo mejor, y mientras lo hace, seguir abierta a la posibilidad de que él un día la quiera y se decida a estar con ella. Y es que él la quiere, pero es muy temprano para que estén juntos, y ella lo tiene bien claro. Por ahora lo mejor es que sigan siendo lo que eran, mejores amigos, apoyándose el uno al otro en cualquier momento. Si las cosas cambiaran en algún momento, tal vez serían felices.

Ella. Nuevo.

Ella es sólo una niña, o ya no es una niña, y desde hace un tiempo las cosas se volvieron confusas para su mente. Conoció nuevos estados de ánimo y hasta sentimientos nuevos. Y ahora se ve obligada a afrontar la verdad, a explicar su verdad, a expresarse, a intentar arreglar lo pendiente. Su interior llora, pero su exterior se mantiene firme, algo ha aprendido. Hay cosas que simplemente suceden, sin anticipación, sin aviso, y ella lo sabe, pero no lo asimila, aún no lo acepta. Cometió un gran error, no sabe si ha lastimado a alguien además de a ella misma. Sus ojos se ven tristes pero, ¿quién puede notarlo entre tantas falsas sonrisas y falso buen humor que cada persona que interactúa con ella nota? Se maldice, maldice al mundo, a sus sentimientos, pero no a él, no, él no tiene la culpa, él no hizo nada, la que se equivocó fue ella, es su culpa, de ella y sus actitudes, y sus impulsos, y su mente (o todo ésto es sólo lo que ella dice). Vuelve a maldecirse a sí misma, como si realmente eso la ayudara a cambiar el pasado o el presente. Se siente tonta porque se da cuenta de que no se arrepiente de nada. Ellos se deben una charla. Ella sabe lo que le espera, sabe lo que él va a decir, ya que es la historia de su vida, es siempre muy parecido. Él ya le dijo que que ella esté así no lo deja tranquilo y ella le dice que él debería sentirse bien (aunque sabe que lo odiaría si fuera diferente). Pero siguen debiéndose una charla. ¿Cuándo la tendrán? ¿Qué tan lastimada terminará ella? Mucho, más que posiblemente. Y no sabe qué hacer. Siente culpa por lo que ha provocado. Debe dejar esas ganas de llorar, o simplemente dejarse quebrar. Y la historia se repite. Debe empezar a olvidar, otra vez.

Ella. Pequeña niña.

Ella. Ella vive. Ella es tan joven, tan vivaz. Sus ojos brillan. Su risa invade el aire. Juega con su pelo al viento. Se divierte. Sonríe. Es feliz, claramente a su manera, pero es feliz. Déjenla. Déjenla vivir. Déjenla ser una infante mientras su corazón, su entorno y su mente se lo permitan. No la fuerces a cambiar y a mirar con otros ojos, con eso no lograrás nada. Deja que ría, pero también que llore, que sienta, que extrañe, que desee, que crezca. Deja que ella misma se decepcione de lo que la rodea. Deja que ella misma se suelte del brazo de su madre y comience a caminar sola, cayéndose cada pocos pasos, como suele pasar. Deja que ella misma se afiance en su lugar, que conozca a las personas, que las quiera, que se vincule con ellas. Déjala, ella estará bien.

Muñeca

Muñeca vestida de azul, ¿por qué es que tus ojos ya no están alegremente fijos? Muñeca, ¿puedes hablar? Cuéntame. Estás dejando de ser una muñeca, cual Pinocho dejó de ser un niño de madera. Tus ojos se ven tristes, el brillo en ellos es de angustia, no de vitalidad. ¿Qué sucede? Cambios. Comienza, sí, comienza. Todo empieza a tomar formas extrañas, ¿no, muñeca?. ¿Hacia dónde se fue tu sonrisa, tu alegría con la que podía verte reflejada en el espejo? Tu mundo se ha derrumbado, todo se ha venido abajo. Tus manos perdieron ese movimiento gracioso, tu voz está perdiendo esa dulzura con la que te caracteriza(ba)s. Ya no ves todo color de rosa, no sólo hay gente buena, casi nunca hay extremos. Te sacas tu vestido azul cielo, te colocas un vestido como de luto, porque de luto está tu persona, algo en tí ha muerto. Rosa en mano, lágrimas en las mejillas, más fortaleza en tu interior. Vamos, no hay nada a lo que temerle, ahora verás el mundo como todos los demás, acostúmbrate, cámbialo, tú decides cómo sentirlo, cómo vivirlo.

viernes, 11 de abril de 2008

Amiga.


Amiga. Eso es lo que sos. De todas, la mejor. Pero hoy, hubo algo que cambió. Todo se dio vuelta y terminó en una discusión. ¿Por qué discutimos? No tiene sentido si no tiene que ver realmente con ninguna de nosotras. No quiero perderte, no quiero perder este sentimiento que tengo hacia vos. No tendría sentido distanciarnos, porque sos de lo más importante en mi vida. Fuiste muchas veces el piso sobre el que me sostuve, el hombro sobre el que lloré, la risa que compartí, en fin, la persona que me acompañó durante un tiempo considerable. Me equivoqué, pero vos sabés que te equivocaste también, ambas nos equivocamos, pero sé que yo lo hice peor. Quiero pedir perdón, porque sé que obré mal, y quiero que tengas presente que no desconfío de vos, nunca lo hice, pero que hay cosas que llaman la atención de uno, y espero que lo entiendas. Y las personas se equivocan, como yo, que soy humana, y que además me conocés, sabés como soy, y que no dejo de quererte. Solamente te pido que me entiendas, que te sientes conmigo a hablar. No pido que arreglemos todo a los dos minutos. Si querés insultarme/bardearme/hasta pegarme, estás en todo tu derecho, pero que también reconozcas que te equivocaste junto conmigo. No quiero dejar de llamarte "mejor amiga", por una estúpida disputa que ni siquiera vale la pena. Por favor, no me hagas ésto.

jueves, 10 de abril de 2008

Niñita.

Inauguro este blog con uno de los textos que escribí que más me gustan.

Niña tonta, deja ese espejo, deja de reflejarte en él y ver una persona triste. Niña tonta, deja de maltratarte a tí misma, de torturarte, deja volar esa imaginación. Niña tonta, deja de reprimirte, libera tus emociones y sentimientos, déjalos fluir, tienes mucho para dar. Niña tonta, ¿por qué lloras? No lo sabes, ¿verdad? Ves, lo sabía. Dime cómo te sientes, cuéntame la causa de tanto mal. Háblame de tí, de tus miedos, de tus inquietudes, de tus inseguridades, tal vez te pueda dar una mano. Oh, niña tonta, ¡ya deja esas estupideces! ¿no ves que no estás viviendo, que te estás encerrando en tu pequeña burbuja? ¿no ves que sólo te lastimas? ¿no ves que tus razones no son válidas? Por favor, ya seca esas lágrimas, no es una bella imagen el verte así, no vale la pena llorar si realmente no sabes lo que sucede, ¿acaso no te das cuenta que te estás dañando simplemente porque quieres? Ingenua. Niña tonta, mírate, mira a tu alrededor y dime realmente lo que ves, en tí, en él, en todo. Aún eres una niña, te falta mucho por vivir, mucho camino por recorrer, muchas cosas a las cuales enfrentarte, y sé que lograrás superar cualquier obstáculo que se te presente. Aprende, aprende de una vez que debes arriesgarte por lo que realmente deseas, no te dejes estar, no lo dejes pasar, podría ser muy tarde luego. No tengas miedo al dolor. El dolor es un estado transitorio, el dolor es inevitable en muy pocos casos, solamente hay que superarlo, dejarlo atrás. ¿Ahora ves? ¿Ves que hay posibilidad y motivos para sonreir? Hazlo, sonríe. Vive.