lunes, 5 de noviembre de 2012

12 - Oliverio Girondo

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangunlan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.


Final de respuesta (22/11/2011)

María, con su vestido de flores y su juvenil andar se dirige a dar una mano a esos lugares donde esa gente roja lo necesita. Se ha acostumbrado y nada la detiene. La acompaña un aura de felicidad y belleza. Será la primavera, será su buen humor, será que esta vez descansó, quién sabe.
Llega, la hostigan desconocidos pensando que es de allí, y no lo es. Pero escapa rápidamente y se une a su bella gente roja. Se sienta sobre la mesa con ellos y charlan sobre qué tal es la situación alrededor.
De golpe, ahí pasa, lo ve, lo sabía pero no lo esperaba. De nuevo el fantasma, de nuevo ese andar, de nuevo esos rulos: Tomás. Allí lo ve, dando vueltas, con su gente viole(n)ta.
Con ese andar tan particular, la mirada perdida que de repente se posa en María. Es un microsegundo que dura el espanto mutuo. Tomás empalidece pero en menos de un tic se recupera y sigue. La ignora, y ella hace lo propio.
Todo el día se encuentran en el mismo lugar. Se ven de lejos, se pasan por al lado: no se miran, o hacen de cuenta que no se ven. Ella lo mira irónicamente cuando se acerca para pasar a su lado y él la ignora, pero ella sabe bien que Tomás solo puede mirar adelante y no bajar la mirada para verla. ¿Estaría tan mal? Sí.
Y de nuevo se ve en la situación: corredor, ella hacia un lado con su andar firme y su sonrisa, él en dirección contraria, en frente. Es la primera vez que María ve en él paso firme, decidido, sin miedo, sin angustia fantasmal. Y a María es la primera vez que no le tiemblan las piernas. Así y todo, decide no pasar por eso, lo evade y se vuelve a juntar con su gente roja. Y se sienta en la mesa y vuelve a charlar. Pero sabe que a su alrededor anda el fantasma de sus navidades pasadas.
Y por primera vez, se puede responder la pregunta que tanto la torturó, esa pregunta formulada así: "¿hacia dónde caminás cuando estás solo?". Por primera vez se la puede responder: hacia la nada, caminando fantasmalmente en círculos; o hacia su gente viole(n)ta.