jueves, 9 de septiembre de 2010

Pasional

Una mujer. Una joven mujer tendida en la calle.

En sus venas rasgadas, su sangre, tiesa.
En sus muslos, brazos, cara y abdomen, manchas de uvas que no se apartan.
En su sexo, solo cenizas.
Y en sus ojos, la nada.

Sobre ella se extiende un manto de luto. El dolor se ha ido junto con toda su juvenil belleza.
Su madre llora, sus hijos se horrorizan, y su padre grita.
En algún recóndito lugar de la ciudad, alguien ríe graciosamente y un bebé llora.
La sangre en sus labios que comienzan a azularse le da una sensualidad morbosa, similar a la que la había empapado unas horas antes, cuando el rouge y el rimmel aún estaban prolijos cubriendo la tez de sus rasgos femeninos.
Hermosa, joven, había soñado con que aquel por quien había dado el sí volviera a ser el hombre de su vida.
Había luchado contra viento y marea (y su familia, y el sentido común) por buscar el amor en aquel alcohólico cuya especialización era maltratarla.

Cuántas veces se había rebajado.
Cuántas veces había llorado.

Pero su esperanza o su ingenuidad la aferró fuertemente a un amor que ya no existía.

Mujer soñadora, ¿por qué tuviste que esperar?
Los uniformados te ignoraron. O te insultaron, insinuando que todos conocían tus más íntimos "secretos", ¡mentiras! y nada pudiste hacer.
(Puta)
(Zorra)
(Trola)
(Fácil)
Nadie oyó tus callados gritos.
Nadie te escuchó cuando pediste ayuda.

"Vos sabés lo que habrás hecho", te dijeron una vez. ¿Qué "habías hecho", si amabas con locura a esa bestia?

Y solo te oyeron, solo te tomaron en cuenta, solo te prestaron atención al romper con tu cuerpo la hipocresía de tu familia feliz, al caer con todo el peso de tu cuerpo sobre el pavimento de una triste realidad.
Tus hijos quedan solos, a la deriva, o con un monstruo.

Todavía hermosa, todavía mujer. Madre y esposa. Siempre de otros, nunca tuya.
Víctima de tu propia ingenuidad, de la ignorancia de que no estabas sola.
Todavía hermosa, por siempre joven. La palidez te envuelve y te veo elevarte.
¿Qué hubiera sido si te levantabas, si te hubieras podido levantar?
De luto todas nosotras que te lloramos y te alzamos todos los días.

"Pasional", dice uno de los uniformados, "otro más".
Claro, "pasional": No fue un monstruo adicto, violento y machista el que te llevó a la muerte. Tampoco fue la sociedad creadora de "machos".
¡No! Fue la pasión del amor.