domingo, 27 de octubre de 2013

De las luces de una no-ciudad

De las luces de un no-funeral
producido en un cuarto en forma de arte.

El arte en las luces,
las luces en el arte,
los colores en las luces,
las luces en los colores.
Chocan 
y rebotan en los espejos
y el agua
y los lentes de los anteojos de los miopes.

Nadie habría asegurado jamás que luces de colores en forma de puntos emocionarían hasta aguar el único lugar donde las luces solo encontraban un camino de ida: el suelo.
El cambio en los colores no reportaba cambio de ánimos. Todo se mezclaba en un éxtasis poco psicodélico obligándote a mirar en todas direcciones. Me fundí en un abrazo con las compañeras de vida que elegí ese día (y tantos otros días, repetidamente) sin poder contener el remolino de colores en mi mente.

El paso por el cuarto iluminado con luces de colores de Yayoi Kusama duró poco más de 15 segundos. Y en esas ocasiones se aprecia el arte de vivir, y la necesidad de la presencia interior de los colores para inundarnos o dejar de existir.