sábado, 12 de abril de 2008

Muñeca

Muñeca vestida de azul, ¿por qué es que tus ojos ya no están alegremente fijos? Muñeca, ¿puedes hablar? Cuéntame. Estás dejando de ser una muñeca, cual Pinocho dejó de ser un niño de madera. Tus ojos se ven tristes, el brillo en ellos es de angustia, no de vitalidad. ¿Qué sucede? Cambios. Comienza, sí, comienza. Todo empieza a tomar formas extrañas, ¿no, muñeca?. ¿Hacia dónde se fue tu sonrisa, tu alegría con la que podía verte reflejada en el espejo? Tu mundo se ha derrumbado, todo se ha venido abajo. Tus manos perdieron ese movimiento gracioso, tu voz está perdiendo esa dulzura con la que te caracteriza(ba)s. Ya no ves todo color de rosa, no sólo hay gente buena, casi nunca hay extremos. Te sacas tu vestido azul cielo, te colocas un vestido como de luto, porque de luto está tu persona, algo en tí ha muerto. Rosa en mano, lágrimas en las mejillas, más fortaleza en tu interior. Vamos, no hay nada a lo que temerle, ahora verás el mundo como todos los demás, acostúmbrate, cámbialo, tú decides cómo sentirlo, cómo vivirlo.

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