sábado, 12 de abril de 2008
Ella. Pequeña niña.
Ella. Ella vive. Ella es tan joven, tan vivaz. Sus ojos brillan. Su risa invade el aire. Juega con su pelo al viento. Se divierte. Sonríe. Es feliz, claramente a su manera, pero es feliz. Déjenla. Déjenla vivir. Déjenla ser una infante mientras su corazón, su entorno y su mente se lo permitan. No la fuerces a cambiar y a mirar con otros ojos, con eso no lograrás nada. Deja que ría, pero también que llore, que sienta, que extrañe, que desee, que crezca. Deja que ella misma se decepcione de lo que la rodea. Deja que ella misma se suelte del brazo de su madre y comience a caminar sola, cayéndose cada pocos pasos, como suele pasar. Deja que ella misma se afiance en su lugar, que conozca a las personas, que las quiera, que se vincule con ellas. Déjala, ella estará bien.
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