martes, 6 de abril de 2010

Pureza

Voy a regalarte:
un texto,
un poema,
una canción que no sea mía,
una taza,
un café -para llenar tu taza-,
un sueñito -para que descanses-,
una frazada -para que te arrope-,
un lápiz,
una hoja -para que escribas con el lápiz-
o un cuaderno,
un viaje en bondi -para que vengas-,
un viaje en subte -para que te vayas-,
un viaje en tren -para que llegues allá-,
una siesta en una plaza,
una flor,
un capullo de flor,
una imagen,
un cd -que seguro ya tengas-,
un poco de esta inconsciencia
y de esta inconsistencia,
unas manos -mías-,
un abrazo,
una caricia -¡a tu mejilla!-,
un beso,

y, luego, adieu!

Es que es todo lo que te puedo ofrecer
-¿estaré a nivel?-.
Pero quizá te esté mintiendo
y no pueda darte ni la mitad
de todo lo que te prometo.
Es que sólo estoy sentada acá,
esperando que vengas a casa,
para que...

Disculpá si no te hablo con fluidez en otro idioma.
Disculpá si no rebalsa mi cultura.
Disculpá si te miento al prometer.
Disculpá si no es suficiente.
Es que sólo lo hago
para que seas la música
que suene dentro de mi cabeza.

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