viernes, 5 de octubre de 2012


A mis compañeras y compañeros


Historia
Ese arte de estudiar lo que pasó y sus razones y sus consecuencias
y quiénes fueron los que estuvieron;
pero hay algo más.
No hay que olvidarnos de quienes estaban y no los vimos
porque eran cabezas sin rostro
sin ojos ni boca ni nombre ni identidad,
muchas veces más literal que poéticamente.
A algunos se la quitaron, otros decidieron quitársela
(porque no les quedaba otra salida),
otros fueron mártires con nombre y apellido
y otros fueron los anónimos, el número en el lugar.
Todos ellos, Historia.
Muchas veces no la oficial, muchas veces la historia de una masa en la calle.
Muchas otras tampoco masas, simplemente víctimas de las consecuencias.
Muchas otras son los casos repetidos, pero que se siguen sumando.

Y nosotros, y muchos de ellos, acá estamos, siendo La Historia.
Nuestro objetivo no es una foto en un libro que lean mis tátara-nietos cuando estudien en el secundario,
nuestro objetivo es algo más.
Nuestro objetivo es acabar con todo.
Nuestro objetivo es volver a comenzar.
Tomarlo todo y transformarlo,
para luego incendiarlo
y destruírlo y enterrarlo para siempre.
Y sobre la ceniza de tu vieja sociedad no va a haber nada más que nuestros pies.
Toda tu estrategia se va a acabar
cuando todos nosotros salgamos, todos,
con nuestros mártires al lado, o encima en nuestras remeras,
o sus nombres y fotos en las pancartas y banderas
y que en los cantos los traigamos a la vida
porque gracias a ellos, somos más,
y porque siempre estamos, y siempre vamos a estar.

Y nosotros vamos a hacer la Historia, como la hicieron tantos otros,
pero no la de los libros y los manuales.
La Historia que nosotros escribimos es la de la calle,
la del cemento ardiente y las banderas rojas,
la de la lluvia y los redoblantes,
la de la marcha, la huelga y la rebelión.
Con los pies vamos marchando y con los puños vamos golpeando.

Vamos a escribir la historia con las manos y los pies,
y con los fusiles que derramen la sangre del Señor Burgués.

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