domingo, 6 de julio de 2008

Abuelito, abuelito.

Niña pequeña, ahora eres una mujer.
Tu mente está invadida de recuerdos, y tu ser entristece. Tan poco lo tuviste, sí. Tan poco compartiste con él, sí. ¿Recuerdas cuando eras tan sólo una niña regordeta con carita redonda llena de pecas? Por supuesto que lo recuerdas.
Cada tanto lo visitabas, a él y a ella. Ella, siempre en casa, te recibía con la más cálida dulzura, y tú le gritabas "¡Hola abuela!" con la calidez de una niña de tan sólo pocos años de vida -lo que en realidad eras-, te trataba como su tesoro más preciado, te hacía pasar momentos hermosos. Compartían bizcochitos y leches chocolatadas. Y luego llegaba él, asomándose a la puerta, con ese bigote y su cabellera blanca, blanca como tu mente aquel entonces. Y corrías a su encuentro, y lo abrazabas. "¡Abuelo! ¡Abuelo!" gritabas, y lo abrazabas. Y él a tí. Luego de un duro día de trabajo, encontrarte en casa era para él una alegría. Te esbozaba una sonrisa sincera. Tenía tanto cariño en su corazón para tí. Disfrutaba tanto tus sonrisas alegres y tus corridas por toda la casa, y cuando iban a la plaza, le gustaba verte correteando como un cachorro de tigre por todo aquel espacio verde, en el que sentías tu libertad al máximo. No era de hablar mucho, pero ¡vaya que adoraban estar juntos!. Ramón, sí, Ramón, tus abrazos y tus ojos recelosos siempre quedarán en la mente de esa niña ahora mujer.
Tan rápido, no te diste cuenta. Mamá entró llorando a casa y se escabulló en los brazos de papá, a quien le comunicaba la triste noticia. "A papá lo encontraron tendido en el suelo del trabajo", le decía. Y tú, eras tan sólo una niña, no tenías más de 5 años. Tan claro recuerdas ese momento en tu mente. Mamá intentando explicarte que Ramón ya no estaba. Lo entendías, pero te lo explicaron de una manera tan infantil, que tu reacción fue sólo la de "¡Qué bien! El abuelo va a ser feliz". Y hoy, casi 10 años después, caes en la cuenta de cuánta falta te hace. Desearías poder verlo tan sólo una vez más, abrazarlo, y decirle "Te extrañé tanto, Ramoncito". Tan sólo ver una foto suya te hace pensar en que creciste sin él, en que amarías encontrártelo un día en la calle. Deseas con toda tu alma escuchar su voz una sola vez, quizá así puedas recordarla, se ha borrado de tu mente.
Mujer, seca tus ojos. Te observa, te cuida, y aún te sigue amando.

No hay comentarios: