miércoles, 24 de julio de 2013

Lo vi caminando en un corredor sin final. Pero el final estaba hecho a un lado, una puerta que nadie pudo ver.
Iba como flotando, caminando grácilmente sobre sus pies, diminutos. Sus zapatos me quedaban bien.
Tenía la mirada perdida en las sombras que lo recorrían pero el cuarto estaba iluminado. Las únicas sombras las proyectaba él. Caminando lentamente, nunca llegó. Se sentó en un asiento imaginario y voló.
Nunca más lo volví a ver. Hasta ahora.
Sentado sobre su pasado todavía tenía la mirada perdida. Nunca la alcancé. Nunca pude llegar a enredar sus pensamientos con mis piernas mientras arruinaba su esqueleto con mis manos. Si, total, para mí, era como un montón de legos.
Nunca pude saber si pudiste entrar por esa puerta o si te quedaste sentado. Yo solo te vi volar, y te dejé porque tenía que quedarme acá. Volar era para vos. Y dudaste demasiado en llevarme.
Yo no tengo tiempo para dudar, el tiempo se me escapa del cuerpo y no me quiero ahogar en arena.
Ahí estás. Tu mirada ya no se pierde. O tal vez la que se pierde es la mía, con todos los gritos que se me escapan de los oídos.
No se si no es que no te entiendo o es que nunca nos perdimos al mismo tiempo. Creo que solo fui un fantasma de tus sombras, aunque mi intención fue siempre hacerte brillar.

No hay comentarios: